Lorenzo y el pino

Escasos diez días atrás, mantenía una conversación con un estimado amigo (aunque ha accedido a que cuente su caso en Saliment, lo denominaré con el pseudónimo de Lorenzo para preservar su identidad). Me comentaba el referido que en un descanso de sus clases universitarias había sentido el impulso de salir al exterior de la facultad para darse una tregua.

Por lo visto, distintos tipos de árboles poblaban el recinto ajardinado. Pero Lorenzo, al sentirse especialmente atraído por uno en concreto, escogió relajarse bajo la sombra que le brindaba un amable pino. Lo cual, por lo visto, le reconfortó sobremanera. E incluso le alivió de una cierta tensión mental que, según me dijo, llevaba varios días incomodándole.

Cuando coincidimos, me preguntó si yo sabía algo sobre la simbología de los árboles. En un principio, acaso precipitadamente, le dije que no. Todo lo más, que simbolizaban sabiduría... pero luego, sobre la marcha, reconsideré mi respuesta, y pensé que las características de cada planta, o bien sus propiedades, podrían arrojar valiosa y nutrida información en relación con su faceta simbólica.

Con mis modestos y limitados conocimientos de fitoterapia recordé que el pino es ampliamente utilizado, sobre todo, por sus propiedades para limpiar, desinfectar y sanar las vías respiratorias (exceso de mucosidad, catarro, gripe, bronquitis, tos, etc.). Yo sabía, por mi experiencia profesional, que las afecciones asociadas a los pulmones delatan conflictos de pareja, así que no tardé en conjeturar un diagnóstico que se materializó en una pregunta para mi amigo: En el momento de sentarte a descansar bajo el pino, ¿lo que inquietaba a tu mente era tu malestar por la situación con tu exnovia? (también sabía que desde hacía semanas estaban atravesando por un momento difícil). Su respuesta fue rotunda: Sí, así es. A lo que añadí: ¿Y tienes sentimientos de culpa? A lo que Lorenzo asintió con la cabeza.

A nivel físico, el pino, tal como he comentado anteriormente, ayuda a disolver mucosidades, a expectorar y a limpiar las vías respiratorias, es decir, a sacar de ellas las toxinas, bacterias y otros elementos indeseables que entorpezcan el buen funcionamiento de éstas... pero lo maravilloso, y lo mágico, es que también lo hace a un nivel psicoemocional y por pura proximidad (ayudando a eliminar las toxinas y la viscosidad mental asociadas al conflicto de pareja y depurando sentimientos de culpa). Tal cual comprobó el doctor Edward Bach (el padre de la terapia floral que lleva su nombre) hace casi un siglo.

Por consiguiente, sin tan siquiera sospechar en un primer momento que mi amigo se hubiese sentido perturbado por pensar demasiado en su conflicto de pareja y por sentirse culpable, el hecho de que se acercase al pino para descansar junto a él (eligiéndolo de entre todos los tipos de árboles que había en el jardín), y el hecho de que hubiese experimentado un rápido alivio, me pareció concluyente.

El caso es que, aunque cada vez estoy más acostumbrado a trabajar con estas asociaciones de ideas, con los paralelismos y correspondencias entre los distintos órdenes de la vida, y ayudándome de los símbolos y metáforas en mi trabajo, reconozco que el Universo no deja de sorprenderme.

Cada día, más.

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