"Capitalismo: una historia de amor", por Michael Moore.

Cada día comprendo mejor que Michael Moore sea odiado por ciertos sectores de la sociedad estadounidense (fundamentalmente, los más conservadores), porque, desde luego, es crítico con ella a más no poder. Le gusta de poner el dedo en la llaga. Y no se corta, en lo más mínimo, a la hora de expresar su punto de vista. Un punto de vista que a menudo levanta ampollas.

Nuestro mundo vive sumido en un profundo sueño, y aunque algunos comienzan a despertar de él no es menos cierto que otros necesitan un jarro de agua fría para reaccionar. Por eso, Michael Moore realiza un tipo de cine documental que combina sentido del humor (mejor reír que llorar), los datos que aportan ciudadanos de a pie con sus testimonios y una actitud reivindicativa y solidaria con los más desfavorecidos. Todo ello presentado al espectador en forma de un explosivo cóctel molotov arrojado sobre el patio de butacas que a nadie puede dejar indiferente.

Es posible que Moore sea un tanto demagogo a veces, es decir, amigo de movilizar a las masas con unos intereses personales (en su caso, y a mi entender, muy legítimos). Lo sucio radica, tal como yo lo veo, en engañar a la gente. Y aunque algunos aseguran que Moore tiende a ser exagerado, yo soy de los que piensan que suele quedarse corto, y que el auténtico retrato de la sociedad yanqui es mucho más patético y vergonzoso que el que él esboza en sus filmes. De hecho, si sus documentales reflejaran la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad serían casi insoportables.

En Capitalismo: una historia de amor Michael Moore cuenta con la confianza de un gran estudio para denunciar a políticos, instituciones y otras corporaciones gigantes que, como General Motors, Citibank o Wal Mart, aprovechan los resquicios abiertos por la política para instaurar un capitalismo salvaje y desprovisto de cualquier atisbo de humanidad.

Lo único que podría reprochársele a Moore es su abuso de testimonios lacrimógenos o su tendencia a montar el espectáculo. Sin embargo, hay que entender que es la única manera de hacer digerible para todos los públicos un tema tan poco comercial como la economía basada en el capitalismo. El resto de material es una lúcida recopilación de datos en la que no hay cabida para la invención, puesto que cada uno de ellos viene perfectamente documentado con declaraciones, cifras y nombres. Ni trampa ni cartón.

En un momento de grave crisis económica, este largometraje puede ayudarnos a conocer mejor los entresijos de una sociedad referente para muchos, y, al mismo tiempo, capaz de despreciar hasta la náusea a las personas... por un puñado de dólares. Como muchas familias que tienen que dejar su hogar y los ahorros de toda una vida por los embargos de los bancos (en España ya empieza a suceder lo mismo), o empresas que hacen seguros de vida a sus trabajadores (sin que éstos lo sepan) y que luego cobran millones cuando estos fallecen. Y son sólo dos ejemplos de lo que se puede ver en la película.

En lo que a mí respecta, señor Moore, una vez más me quito el sombrero ante usted y ante su desacostumbrada valentía. Ojalá cunda su ejemplo. Buena falta hace.

Chapeau !

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