Fruta, sí, pero no como postre.

Mucho antes de que inventáramos el fuego y mucho antes de que comenzáramos a ser nómadas, nosotros, la especie humana, hace más de un millón de años, vivíamos en un entorno tropical en el que el alimento más apetitoso a nuestro alcance, y más afín a nuestra biología, era la fruta. Aun hoy en día este maravilloso alimento sigue conservando intacta esa afinidad con nuestro organismo. Y para quienes vivimos en la cuenca mediterránea es el más saludable que podamos ingerir.

Efectivamente: ningún otro alimento que podamos tomar puede proporcionarnos mayor salud y juventud, y ningún otro es capaz de ayudarnos tanto a eliminar toxinas y residuos metabólicos de nuestro cuerpo. Además, la fruta se come cruda, y, por lo tanto, está viva. Y son los alimentos vivos los que mayor vitalidad contienen y aportan a nuestro cuerpo.

Así pues, aparte de estimular nuestros sentidos más que ningún otro, ya sea a través de sus colores, sus formas, sus aromas y sus sabores, la fruta nos alimenta (en su justa medida), hidrata, limpia y regenera (células, tejidos y órganos).

Ahora bien, para que la fruta pueda desempeñar perfectamente sus funciones, y para que podamos beneficiarnos al cien por cien de sus magníficas propiedades, es necesario que la comamos siguiendo unas premisas. La primera de las cuales sería no tomarla nunca como postre. ¿Y por qué?

Cuando la fruta se toma en cantidad moderada (de una sola vez), a temperatura ambiente, pelada (si su piel es demasiado fibrosa y no se deshace fácilmente en la boca) convenientemente combinada y bien masticada y ensalivada, es un alimento que, prácticamente, no requiere de digestión, por lo que transita muy rápidamente por el estómago. Sin embargo, prácticamente cualquier comida que podamos tomar al mediodía o por la noche requerirá un mínimo de una hora para que desocupe el estómago. Así pues, si tomamos fruta como postre, ésta se verá retenida en el estómago junto con la comida que la haya precedido hasta que la mezcla se haya digerido.

¿Pero qué ocurre con la fruta cuando se ve retenida tanto tiempo en el estómago? Pues que fermenta, generando anhídrido carbónico, alcoholes y otra suerte de toxinas. Pero lo peor de todo es que también fermentará la comida que acompañe a la fruta.

Esto es lo que explica que tantas personas tengan manía a la fruta y digan que no les sienta bien tras la comida, que les da dolor de vientre o gases. Algo que se evitaría fácilmente tomándola entre horas (jamás con el estómago ocupado o a mitad de una digestión) y siguiendo las pautas que he comentado dos párrafos atrás.

Respecto a cómo debe combinarse la fruta, lo mejor es comer un sólo tipo cada vez, y, en todo caso, se pueden mezclar las ácidas (cítricos, piña, kiwi y fresa) entre sí y con manzana. Mientras que las dulces (el resto) es mejor tomarlas siempre solas.

Ah, y otra cuestión: en muchos libros de alimentación natural se dice que la manzana se puede tomar tranquilamente como postre. No obstante, mi experiencia durante largos años, y la experiencia de algunos de mis alumnos me confirma, sin lugar a dudas, que las digestiones se hacen mucho mejor si no se toma manzana como postre.

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