Prodigioso Reino Vegetal

Hoy me apetece aclarar una cuestión que a menudo se observa muy a la ligera, o, incluso, frívolamente, y que termina erigiéndose como falsa. Me refiero, concretamente, a quienes aseguran que matar animales para comérselos es lo mismo que sacar a una lechuga, a un tomate o a una naranja del huerto, porque entonces también mueren.

Por de pronto, más allá de la filosofía alimenticia que cada uno/a siga, cuando se mata a un animal, ya no se le puede devolver (restaurar) la vida, pues inmediatamente después de ser sacrificado ésta se termina (y todas las funciones fisiológicas y metabólicas que comporta), sobreviniendo a continuación un proceso de degradación que va transformando progresivamente sus estructuras corpóreas (órganos, tejidos y células) y que las va reduciendo a sus componentes esenciales (descomposición). Un mecanismo completamente irreversible y que bien poco tiene que ver con el que acontece en el Reino Vegetal.

No tenéis más que comprobarlo: sacáis una zanahoria del frigorífico, la plantáis bajo tierra, la regáis, y comenzará a arraigar y a germinar, dando lugar, con algo de tiempo, a una nueva planta. Pero lo mismo sucederá con una manzana, con una judía, con un grano de arroz (siempre y cuando sea integral), con un calabacín o con una almendra, pues todos ellos siguen vivos después de haberse recolectado del huerto.

Es más: una manzana, una zanahoria o una almendra, no mueren cuando las mordemos y las masticamos, porque, incluso el más pequeño trozo de esa materia vegetal, sigue estando vivo, y en él siguen aconteciendo los procesos orgánicos propios de la vida, incluso hasta que sus nutrientes llegan a la célula (la que verdaderamente se nutre).

Los vegetales sólo mueren al ser cocinados. Porque, en este caso, es el calor el que consigue degradar las estructuras orgánicas de un modo irrevocable. De tal modo que un grano de arroz que haya sido cocinado durante 2 ó 3 minutos ya no germinará si se trasplanta a la tierra. Es decir, conservará un cierto grado de vitalidad (lo que nos da la vida a nosotros), pero no estará propiamente vivo. Para estar vivo tiene que estar crudo o germinado. Tiene que mantener su integridad. Y el calor, por contra, des-integra.

Lo expuesto os puede dar una idea del enorme poder y fuerza vital que contienen las plantas, y, por consiguiente, de la importancia (capital) que éstas poseen en cualquier dieta natural, saludable y equilibrada.

Los mayores organismos vivos del planeta Tierra son plantas. Los mayores colectores de energía solar son plantas. Los más fuertes y resistentes son plantas. Los más longevos son plantas.

Y si somos lo que comemos...

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