Cáncer de esófago

En mi última conferencia hubo bastante participación por parte del público. Muchos de los asistentes, incluso, tuvieron a bien compartir ciertas experiencias muy personales. Algunas de las cuales vinieron a ilustrar, perfectamente, determinadas cuestiones que yo argumenté.

De entre todas esas personas, recuerdo especialmente a una chica joven que me preguntó por la lectura simbólico-metafórica (psicosomática) del cáncer de esófago, ya que su abuela lo padecía gravemente. A lo que añadió que los médicos se habían sentido un tanto desconcertados porque no alcanzaban a comprender cómo una persona con tan pocas papeletas para padecerlo había terminado sucumbiendo ante este infortunio. Entonces, yo le pregunté: ¿Qué síntomas tiene? Y ella me contestó: Casi no puede tragar.

En esa breve y concisa respuesta se encontraba implícita la metáfora. Por eso, a continuación, le dije a la chica: Parece claro que hay algo o alguien que no traga. ¿Suele decir algo como "No lo trago", "No te trago" o "Esto no lo puedo tragar"? Respondiéndome ella: Sí, sí; ella siempre está diciendo eso. Es que no traga nada ni a nadie. Y yo añadí: Veo probable, por lo que me cuentas, que nos encontremos ante una persona que, en el fondo, ni se traga a sí misma. Entonces ella me confirmó que así era. Y es que los síntomas hablan, simbólicamente, por las personas.

Esas células cancerígenas que un buen día comienzan a crecer, a desarrollarse y a proliferar siguiendo un plan perverso y egótico (entendido como ajeno al bien de la comunidad orgánica de la que forman parte) son la expresión refleja de una actitud muy concreta (a menudo, inconsciente) por parte del individuo. En este caso, el conflicto se localiza en un órgano que, a modo de conducto, permite tragar lo que uno come/vive. Así pues, si la orden que se le da constantemente a ese órgano es un No (te trago), No (lo trago), No (lo puedo tragar), al final éste termina convirtiéndose en la expresión corpórea del conflicto. Es decir, el conflicto se transfiere desde el plano psicoemocional hasta el físico.

Como en todas las demás patologías, lo que el paciente se ve obligado a hacer en presencia de la afección, del síntoma, es lo que tiene que hacer... pero en el plano de la realidad, pues sólo entonces podríamos hablar, ya no de curación (del cuerpo) sino de sanación (de la mente y del espíritu).

En este caso, la abuela de la mencionada chica casi no podía tragar. Por tanto, se veía obligada a hacer un esfuerzo para tragar. Y eso, precisamente, es la clave del asunto: hacer un esfuerzo... pero no ya sólo para tragar la saliva o los alimentos sino para tragar a esas personas poco empáticas y las distintas situaciones ingratas con las que tan a menudo se encontraba en su vida.

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