A propósito de la Crisis

Acaso uno de los mayores errores en relación con este asunto sea el creer, como muchos/as creen, que ésta es, solamente, una grave crisis económica; y nada más. Una mera crisis coyuntural en la que el gran protagonista es el dinero. Cuando, en realidad, también se trata de una crisis medioambiental, política, humanitaria y moral. Es decir, una crisis global de amplio espectro, grandes proporciones y profundo calado social cuyo principal protagonista es el ser humano (a fin de cuentas, es el que está padeciendo, más que nadie, sus estragos).

Esta Crisis (con mayúsculas), a poco que nos fijemos, no sólo está afectando al bolsillo de un amplísimo sector de la población, sino a muchísimas industrias multinacionales, negocios familiares, particulares, individuos y familias de todo tipo y toda condición. Quien más y quien menos, en mayor o menor grado, sufre las consecuencias de haberse adentrado en un estilo de vida que comporta injusticias sociales, guerras en muchos lugares del mundo, que lleva a muchos de nuestros congéneres a pasar hambre y que, por si fuera poco, está deteriorando el medioambiente a pasos agigantados. ¿Sorprende, a la vista de estas evidencias, que estemos viviendo una crisis de tamaña proporción? Lo raro sería que todo fuera como una seda.

Cuando una persona toma sustancias tóxicas (alcohol, tabaco, café, drogas, azúcar refinado) a menudo y en cantidad, cuando no prueba la fruta ni la verdura, cuando en su dieta no existen los alimentos integrales, cuando jamás se limpia por dentro ni se desintoxica, ¿sorprende que, más tarde o más temprano, sobrevenga una crisis de salud y que el individuo termine enfermando?

Cuando en una pareja se prescinde del necesario respeto y se entra en una dinámica de discusiones frecuentes, de desencuentros, de disputas, de no escuchar y de obviar el diálogo, ¿sorprende que el tira y afloja desemboque en separación, divorcio o ruptura; y, las más de las veces, tirándose los trastos a la cabeza unos a otros?

Cuando la economía de un país se asienta sobre el espectro ilusorio de la construcción masiva, descontrolada y salvaje, cuando la gente se hace fácilmente con dinero y comienza a comprar pisos para invertir, pisos que luego se quedan vacíos mientras la gente joven no tiene más remedio que quedarse en casa con sus padres, ¿sorprende que el sector entre en crisis y que la mayoría de empresas inmobiliarias se vayan al garete? ¿Y sorprende que esos pisos vacíos en los que se invirtió ahora valgan menos de la mitad de lo que valían hace dos años?

¿Sorprende a alguien todo esto? ¿De veras que no se ve una relación causa-efecto entre lo que previamente sembramos y lo que posteriormente cosechamos? A mí, al menos, me parece contundente esa relación.

Nosotros, los seres humanos, llevamos miles de años haciendo la guerra contra nuestros hermanos, abusando de los débiles y oprimiendo a los desfavorecidos, humillando a las mujeres y maltratándolas (sin ellas, por cierto, ninguno de nosotros estaría aquí), explotando la Naturaleza, esquilmando sus recursos naturales y contaminándola hasta el extremo de lo indecible; y anteponiendo el dinero, los bienes materiales y los intereses particulares a las personas. Insisto: llevamos miles de años haciendo todo esto. Así que alguna vez teníamos que entrar en una gran crisis, ¿no?

A La Humanidad, es a todas luces evidente, le hace falta una buena depuración. Es necesaria una amplia y profunda transformación.

Tal cual una crisis de salud (enfermedad), o de pareja, esta Crisis requiere:

- Limpieza: Para eliminar lo que sobra, lo tóxico, lo podrido, lo oscuro, lo obsoleto, lo inservible...
- Óptima nutrición: Con nuevas ideas más humanistas, con actitudes más fraternales y solidarias y con políticas más ecológicas y equitativas.
- Regeneración: Renovar no es destruir. Es transformar lo que nos rodea, mejorándolo. Es reconvertir lo que ya tenemos en otra cosa distinta pero más armónica con las personas y con el entorno. Es aprender de lo ya vivido para reciclarlo después en algo que nos haga sentir más a gusto con nosotros mismos y con los demás.

La Crisis, como cualquier otro tipo de crisis que viva un ser humano, es una oportunidad para replantearnos nuestro estilo de vida, nuestro comportamiento y nuestra forma de ser. Las crisis invitan a deshacernos de lo viejo, de lo caduco, y a renovarnos. Las crisis propician en nosotros el crecimiento personal, el aprendizaje y la evolución; y también el amor (en cualquiera de sus facetas) y la unión. Por tanto, de nosotros/as depende que la vivamos trágicamente, o bien como una poderosa catapulta que nos faculte para subir más alto e ir más lejos. En definitiva, a un nivel superior de armonía, de equilibrio y de felicidad.

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