Creatividad positiva

Fijémonos por un instante en nuestro alrededor. ¿Qué vemos? ¿Una mesa? ¿Un cuadro? ¿Una cocina? ¿Un edificio? ¿Un coche? ¿Una avenida? ¿Libros? ¿Tal vez un ordenador? Será difícil que encontréis algo que no haya sido diseñado previamente. Y sea lo que fuere lo que observéis, antes de estar ahí, nació de la mente de alguien. Seguro. Hubo un primer momento en el que una persona concibió un sueño, un proyecto, un objeto. Primero lo imaginó en su mente, pulió la idea y luego le dio forma, hasta que con los medios justos y apropiados ésta terminó materializándose.

De un modo semejante, a veces de forma consciente, muchas inconscientemente, vamos creando nuestra realidad. A menudo son ideas muy concretas, otras, difusas. En ocasiones, les acompaña una emoción, como la pasión; otras, el miedo. Lo cual, depende de nosotros. Es una elección. Y al final ,ese universo mental característico y propio de cada ser humano, se hace realidad.

Ayer, sin ir más lejos, iba en el metro, y una mujer le decía a otra:

- Me han diagnosticado fibromialgia.
- Uy, eso es grave, ¿no?
- Sí, claro.
- ¿Y te han dado medicación?
- Sí, para el dolor. Pero esto irá a peor, seguro, porque yo tengo una amiga que la tiene y cada vez se encuentra peor.

No será de extrañar que con el tiempo la enfermedad de la referida señora vaya a peor. Ella lo tiene tan claro que no lo duda ni por un instante. Por tanto, ya está creando su realidad futura con la semilla que está abonando en su mente.

Hace poco oí otra conversación que no tenía desperdicio:

- Estoy harto de mi jefe. ¡Me pone enfermo!
- ¿Qué te pasa? ¿Por qué te tocas el vientre?
- Es esta maldita úlcera...

Breve, sí, pero elocuente diálogo. Desde luego, si uno está tan convencido de que su jefe le pone enfermo, así será. Y así era en este caso. Ni más, ni menos.

Hace algunos fines de semana, paseando por el Jardín del Turia, en Valencia, un padre le decía a su hijo (que estaba haciendo equilibrios con la bicicleta):

- No hagas eso con la bici que te vas a caer.
- Que no, papá, que no me caigo.

Y al cabo de unos instantes...

- ¿Pero no ves que te vas a caer, hombre?
- ¡Qué pesado eres, papá! Que no me caigo. ¿O es que quieres que me caiga?

Acto seguido, el chaval se cae de la bici. Y su padre remata con un:

- ¿Ves? ¡Ya te lo decía yo!

Una vez más, el padre tenía más claro que el agua que su hijo se iba a caer, y esa energía mental negativa se la estaba contagiando al chaval, el cual terminó perdiendo la concentración y su seguridad hasta caerse de la bici. Aunque lo destacable es que el padre, a nivel mental, y de un modo inconsciente, estaba ya creando la realidad que iba a acontecer en breve. Así pues, la realidad mental terminó materializándose al cabo de un rato. Causa y efecto.

Y no se trata de casos aislados, ni extraordinarios. Es un fenómeno constante en el mundo que nos rodea. El pensamiento negativo cobra gran fuerza en todos los ámbitos de nuestra sociedad, y de mil formas distintas se encarna. Ejemplos podrías hallar por doquier.

Ahora bien, lo mejor de todo esto es que podemos darle la vuelta a la tortilla. Podemos escoger el dejarnos seducir por la duda, el miedo o el fatalismo, o bien pensar positivamente. Podemos imaginar que va a pasar lo peor o podemos pensar que va a pasar lo mejor. Puestos a elegir...

Ciertamente, los seres humanos somos creadores, creadores en toda regla. Con un poder del que no siempre somos conscientes, y que a menudo escapa a nuestro control. De tal modo que solemos vernos envueltos en situaciones desagradables que nosotros mismos, sin darnos cuenta, hemos creado previamente con nuestras expectativas, con nuestra imaginación o con nuestros temores.

Para darle la vuelta a la tortilla sólo hay que cambiar el signo negativo por el positivo. Por ejemplo:

- Me han diagnosticado una enfermedad.
- ¿Cuál?
- Fibromialgia.
- Ah, vaya, pues esa enfermedad, a la larga, es grave, y dolorosa, ¿no?
- Bueno, yo voy a explorar posibles vías para curarme. Y si hace falta, me replantearé mi vida y cambiaré de actitud.

(En vez de caer en el victimismo y en lo negativo, la persona afectada trata de buscar una solución y se abre a posibles cambios).
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- Me disgusta la actitud de mi jefe conmigo. Así que o cambio de trabajo o me adapto.
- ¿Y qué vas a hacer?
- Hablaré con él de forma asertiva, y si no cambia su actitud, empezaré a buscar otro trabajo.
- Uf, pero tal como está la cosa...
- Seguro que encontraré uno en el que me sienta a gusto.

(El empleado se abre al diálogo y a la asertividad para con su jefe, y se muestra confiado y positivo por si llega el momento de buscar otro empleo).
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- ¡Mira, papá, lo que hago con la bici!
- ¡Vaya, qué habil! Seguro que puedes aguantar mucho rato manteniendo el equilibrio.

(El padre sopesa y se da cuenta de que una caída de su hijo de la bici, en caso de suceder, no sería algo grave. Es un riesgo razonable. Por consiguiente, no provoca ni alimenta el miedo en su hijo. Es más, lo que hace es lanzarle un amable reto para que éste siga manteniendo el equilibrio. Muestra confianza en su hijo, lo que, a su vez, genera confianza en el muchacho, le aleja del miedo, y, por tanto, de la posibilidad de caerse).

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