Código de silencio

Lo observo casi a diario: vivimos en un mundo en el que cuesta decir No. Ya veis, ésta es una palabra brevísima pero cargada de contenido. Un vocablo que se le suele decir a los niños y a los adolescentes a menudo. Con ellos existe sobrada confianza. Pero en el mundo de los adultos, sin embargo, son demasiadas las ocasiones en las que el miedo a quedar mal y la falta de asertividad les llevan a muchos a no querer pronunciarla.

De esta guisa, resulta un código de silencio que ha terminado imponiéndose, y calando en casi todos los estratos y ámbitos de la sociedad. Este socorrido mecanismo entra en escena cuando una de las personas implicadas en la comunicación intenta contactar con la otra, y consiste, básicamente, en sustituir el No (acompañado de lo que siga) de la respuesta por un silencio. Por ejemplo:

En el ámbito de las relaciones laborales ese silencio puede significar:

- No nos interesa su oferta/proyecto/propuesta.
- Su demanda no nos parece suficientemente importante como para atenderla.
- Me desagrada tu forma de ser y no deseo trabajar contigo.

En el de las relaciones interpersonales:

- No quiero verte porque no me gustas/caes bien.
- Me disgustó lo que me hiciste/dijiste, así que no quiero hablar contigo.
- No consigo asumir la verdad ante ti.

En el caso de las relaciones empresa-usuarios:

- No atendemos su queja, aunque tenga toda la razón, porque usted está poniendo en jaque a nuestra empresa.
- No le cogemos el teléfono porque le aseguramos que su ordenador estaría reparado en dos semanas, han pasado ya cuatro y aún no sabemos cuándo estará.
- La supervisora no puede atenderle en este momento porque está en una reunión. Ya le llamará ella en cuanto pueda. (Por supuesto, la supervisora nunca le llamó).

Sin embargo, cuando la persona posee la suficiente asertividad y autoconfianza, el miedo desaparece. Ya no se teme quedar mal con nadie. Ni se temen las posibles consecuencias de actuar sincera y honestamente. Simplemente, porque uno se siente en armonía consigo mismo y con lo que hace. Tiene la conciencia tranquila; y eso le basta.

Así pues, una persona honesta, asertiva y segura de sí misma sabe decir No con educación y con respeto a quien tiene delante. Y en vez de ignorar a su interlocutor (un hecho tan inhumano como frecuente), lo toma en consideración. Una manera de relacionarse que, a la experiencia me remito, ahorra muchos problemas y desavenencias entre las personas.

Ejemplifico con una versión optimizada de los anteriores ejemplos.

Relaciones laborales:

- Hemos considerado su oferta pero vemos que no encaja con la línea que seguimos en esta empresa. De todos modos, le agradecemos su tiempo y su interés.
- Le llamamos para comunicarle que hemos leído su demanda pero la consideramos improcedente.
- Quería decirte que no me agrada tu forma de ser y que, en estos momentos, no me seduce la idea de trabajar contigo. Pero quizá puedan cambiar las cosas en el futuro.

Relaciones interpersonales:

- Podemos vernos como amigos, si quieres, pero no me siento atraída sexualmente por ti.
- (SMS) Me siento disgustado por lo que hiciste y ahora no me apetece hablar contigo.
- Reconozco que me sentí un tanto humillado al reconocer la verdad. Pero lo cierto es que fui yo el que abrió tu bolso sin tu permiso. Lo siento.

Relaciones empresa-usuarios:

- Le llamamos para decirle que lamentamos su queja, pero tiene usted toda la razón. Le hemos cobrado dinero de más en sus últimas facturas. Así que vamos a hacer todo lo posible por subsanar este incidente cuanto antes. Y nos gustaría seguir contando con su confianza, pese a todo. Le mantendremos informado en lo sucesivo.
- Efectivamente, señor, le dijimos que su ordenador estaría reparado en dos semanas, ya han pasado cuatro y todavía no lo está. Este contratiempo se ha debido a que estamos desbordados por el trabajo y no podemos dar un servicio mejor, tal como usted merece. Así que si le parece bien, no le cobraremos ni un céntimo por la reparación y le cederemos un ordenador provisional para que pueda salir del paso.
- Soy la supervisora de su compañía de telefonía. Lamentablemente, sólo puedo atenderle unos pocos minutos, señora. Pero estaré encantada de escucharla.

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