Crisis=Oportunidad

Como no soy un experto en economía, y de lo que no sé no hablo, no me encuentro en condiciones de asegurar que, realmente, estemos atravesando por una crisis económica a nivel mundial; o que el fenómeno consista, antes bien, en una especie de paranoia colectiva. Sea como fuere, considero a éste un asunto vox populi que, directa o indirectamente, nos salpica a todos. Además, si una mayoría de gente cree que hay crisis, ya tenemos un motivo de peso para decir que la hay. A fin de cuentas, la realidad no es otra cosa que aquello que creemos que es.

Así y todo, la gente tiene miedo. Se palpa. De hecho, se ha rescatado la palabra ahorro, que yacía prácticamente olvidada en el baúl de los recuerdos. Y como vivimos en una sociedad fundamentalmente materialista, en la que tanto tienes tanto vales, comprendo que muchas personas estén amedrentadas ante una posible merma de su poder adquisitivo (algo así como: Cuanto menos dinero poseo, menos valgo ante la sociedad).

Lo de poseer mucho dinero tiene que ver con la suerte de haber heredado de parientes opulentos, de haber acertado algún número de la lotería, de una cierta habilidad en el mundo de los negocios o de ser un profesional activo con un trabajo bien remunerado. Sin embargo, se da la circunstancia de que no todas las personas acaudaladas son ricas, ni felices; o, por lo menos, no necesariamente. Una cosa es ser acaudalado, es decir, atesorar una importante cantidad de dinero y bienes (caudales), y otra, muy distinta, ser rico.

Personalmente, asocio la riqueza a un vagaje individual, a la diversidad de conocimientos acumulados por la experiencia (propia y no ajena), a la pluralidad de registros y habilidades. Lo que se conoce comúnmente como riqueza de espíritu. Eso que le permite a una persona sacarle jugo a cada momento de la vida (aprender), divertirse en cualquier lugar y mantenerse alejado del aburrimiento sin necesidad de gastar dinero.

Con todo, si de verdad estamos atravesando por una crisis económica a nivel planetario, no me sorprendería en lo más mínimo. Porque sería un mecanismo comparable al que impele la enfermedad (entendida como una crisis depurativa): si un individuo lleva un estilo de vida nada saludable y una alimentación desequilibrada, ¿sorprendería que tuviera achaques cada dos por tres y que terminara enfermando gravemente? Por eso mismo, ¿sorprende que nos encontremos atravesando una crisis generalizada si el desarrollo de nuestra civilización está basado en la contaminación, las guerras, la explotación extrema de recursos naturales y la falta de humanidad entre las personas? ¿De veras nos sorprende? Lo raro sería que no estuviéramos en crisis, siendo que nuestra sociedad, es obvio, necesita una profunda depuración.

Para mí, el reto consiste, no ya en sobrevivir a la crisis sino en replantearnos nuestro modo de vida gracias a ella. O extrapolado al terreno de la patología: si estamos enfermos, ¿simplemente hacemos lo posible por salir del mal trago lo antes posible o aprovechamos la crisis depurativa de nuestro cuerpo para depurarlo y depurar nuestra vida, para replantearnos algunas cuestiones? Cuestiones como: ¿me alimento equilibradamente? ¿Llevo un estilo de vida saludable? ¿Cultivo lo suficiente una actitud positiva en el día a día?

Puedo deciros que, curiosamente, la palabra crisis y oportunidad, en chino, son muy parecidas (véase la imagen que encabeza este artículo: el ideograma superior significa crisis, mientras que el inferior oportunidad), y que conozco a gente que está viviendo esta crisis como una oportunidad para explorar nuevos hábitos de vida y de relaciones con los demás. Por ejemplo, algunas de estas personas a las que me refiero...

...han sustituido el coche o el bonobús por bicicletas plegables, que caben en cualquier sitio, son ligeras y muy asequibles.
...optan por hacer comidas o cenas compartidas de amigos/as en viviendas particulares, en las que cada comensal aporta un plato diferente y donde se puede charlar con gente nueva (amigos de amigos) y realizar actividades de grupo divertidas (escenificaciones, contar chistes, juegos, etc.), en vez de salir a cenar a restaurantes de forma sistemática.
...que tenían habitaciones desocupadas en sus casas, han resuelto alquilarlas, con lo que se favorece el acceso a la vivienda de otras personas, se comparten gastos y se exploran nuevas posibilidades de relaciones interpersonales.
...han adquirido hábitos muy ecológicos, como instalar economizadores de agua en los grifos y en la ducha, y bombillas de bajo consumo en las lámparas de casa, con el subsiguiente ahorro económico y energético que ello comporta.
...que llevaban años y años trabajando en la misma empresa (y muchos de ellos, hartos de sus trabajos) han sido despedidos. Un hecho que les ha llevado a derivar hacia nuevas oportunidades laborales que suponen, a su vez, desafíos interesantes.

Son sólo unos pocos ejemplos, pero pueden servir para ilustrar lo que comento: que las crisis, desde cierto ángulo y adecuadamente aprovechadas, pueden erigirse ante nosotros/as como una oportunidad en toda regla para ser mejores y para vivir más felices.

Yo estoy en ello.

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