Las personas somos como los alimentos

El inconsciente colectivo se expresa a veces en virtud de algunas formas harto curiosas. Por ejemplo, mediante ciertos adjetivos y expresiones que, en el caso que me ocupa hoy, se asocian habitualmente a los alimentos, pero que sin embargo, en sentido figurado, se aplican también a las personas. El porqué de esta peculiar transferencia se cae por su propio peso.

Así pues, según lo dicho, podríamos asegurar que algunos individuos son:

- dulces: los que gozan de un carácter amable, tierno y delicado en su trato con los demás.
- amargados: los que guardan algún resentimiento debido a frustraciones, disgustos o sinsabores propios de la vida.
- salados: cuando poseen un destacado sentido del humor.
- deliciosos: es decir, cuando son maravillosamente encantadores.
- exquisitos: si son extraordinaria o singularmente virtuosos.
- ácidos: si les caracteriza una forma de ser especialmente corrosiva.
- agrios: si se comportan desapaciblemente.
- ásperos: cuando no son precisamente suaves en su interacción con los demás.
- picantes: esto es, libidinosos.
- maduros/inmaduros: según corresponda.
- rancios: cuando viven apegados a las cosas o costumbres antiguas.
- frescos: si ostentan un carácter desenfadado y espontáneo.
- secos: desagradables en el trato.


Otras personas, por su parte...

...se nos indigestan o atragantan: cuando en modo alguno empatizamos con ellas.
...nos caen de maravilla: como lo haría una manzana que nos comiéramos.
...están muy buenas: cuando resultan sexualmente atrayentes.
...están pochas: si están flojas de carnes o no disfrutan de buena salud.
...nos resultan pesadas: igual que un plato difícil de digerir.
...nos llenan: como un plato nutritivo y sustancioso.

Y mientras que a algunas no las tragamos, a otras nos las comeríamos.

Comentarios