No pongas sobre tu piel...

...lo que no pondrías en tu boca.

Hace poco me hallaba ante una persona muy debilitada y con una cistitis leve pero muy molesta. Además de esto, se encontraba inapetente y con el estómago cerrado.

Yo veía la conveniencia de darle una infusión de tomillo para mejorar su situación, pero administrárselo vía oral no era lo oportuno, dadas las circunstancias. ¿Qué hacer ahora?, me pregunté. La propia persona afectada me dio la clave para resolver el reto al decirme: Esa loción hidratante que me han puesto por el cuerpo se ha absorbido enseguida. Entonces, me dije: Si la crema hidratante se ha absorbido, ¿por qué no la infusión de tomillo? Y he que me puse manos a la obra.

Cocí el tomillo y lo dejé reposar. Cuando todavía estaba calentito, sumergí en él unas compresas de algodón, las escurrí un poco y las fui extendiendo por el vientre de la persona afectada. Luego, conforme se iban enfriando y secando las iba sustituyendo por otras calientes y nuevamente húmedas. Los síntomas de esa cistitis empezaron a remitir antes de una hora, y después de dos sesiones más a lo largo del día, ya no volvieron a aparecer. El tomillo, deduje fácilmente, se había absorbido por la piel y había surtido efecto.

Efectivamente, la piel es un órgano de eliminación (sobre todo, a través del sudor), pero también de absorción (quizá un recuerdo de nuestra época como anfibios). Y una vía muy socorrida cuando hay que proporcionarle al organismo determinadas sustancias que no pueden administrarse por la boca ni por la vena. Y por esto, precisamente, os sugiero tener cuidado con lo que ponéis sobre vuestra piel, ya sean lociones, tintes para el cabello, laca de uñas, cremas, champús o ciertos fluidos. Pensad que las sustancias que formen parte de esos compuestos tenderán a ser absorbidas, en mayor o menor medida, por el organismo, pudiendo pasar a la sangre, y, finalmente, a las células. Con todo lo que eso podría implicar.

Desde luego, si lo que aplicamos cotidianamente sobre nuestra piel son sustancias químicas, no deberá extrañarnos que, con el paso del tiempo, podamos desarrollar determinadas afecciones o enfermedades asociadas a algunas sustancias tóxicas. Es por ello que os recomiendo recurrir a la cosmética ecológica para el cuidado de vuestro cuerpo, porque éste reconocerá las sustancias naturales de esos productos y empatizará con ellas, creando armonía, equilibrio y evitando males mayores en el futuro.

No sé vosotros/as, pero yo confío muchísimo más en el gran laboratorio de la Madre Naturaleza que en el de una marca (la que fuere) cuyo propósito primordial sea el obtener una rentabilidad económica (sin pensar, seriamente, en la salud del/de la usuario/a). Al fin y al cabo, lo natural siempre resulta mucho más benigno; y sale a cuenta. Con ciertos asuntos, mejor no jugar.

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