Comer frutos secos adecuadamente

La Naturaleza nos ofrece el que puede ser un maravilloso alimento... si se come adecuadamente: los frutos secos. Y digo adecuadamente porque, si no se siguen unas sencillas pautas, los frutos secos pueden llegar a resultar perjudiciales para la salud.

Por de pronto, conviene tener presente que estamos hablando de un alimento altamente nutritivo, ya que posee vitaminas, minerales (calcio, magnesio y fósforo, sobre todo), aminoácidos (los constituyentes básicos de las proteínas) y grasas. Además, los frutos secos (a excepción de la almendra), como los cereales (a excepción de la quinoa) son acidificantes de la sangre. Por eso es recomendable:

- tomarlos con mucha moderación (a ser posible, una cantidad que supere lo que cabe en la palma de una mano),
- masticarlos a conciencia,
- evitar mezclas de varios frutos secos a la vez (ya que cada uno requiere de un tipo de jugo gástrico diferente),
- mejor crudos que fritos, tostados o asados (una cosa es el sabor y otra que sean saludables),
- conviene que no lleven sal (el sabor natural es muy agradable si uno se acostumbra a él),
- la piel (como esa marrón que recubre a las almendras) también contiene nutrientes afines a nuestra piel y mucosas, por eso no debe despreciarse;
- si son ecológicos, mejor que mejor, sobre todo porque a veces se les añaden aditivos (como el glutamato monosódico, para darles más sabor) a los que se venden en supermercados.

A menudo me encuentro con personas que acostumbran a echarlos generosamente en la ensalada junto con pasas, otras semillas, etc. Una práctica tan habitual como insalubre, ya que esas mezclas dificultan enormemente la digestión, tendiendo a producir fermentaciones y gases. Y la ensalada debería ayudarnos a hacer la digestión, en vez de entorpecerla o alargarla. Ahora bien, sí que se puede añadir una cierta cantidad de frutos secos (un solo tipo) si esa ensalada va a ser el único plato del menú.

De entre todos ellos, mi preferido, por lo saludable que resulta, y lo suave y agradable de su sabor, es la almendra. El único fruto seco que no requiere de digestión (todas sus proteínas están en forma de aminoácidos) si se mastica bien. El único que alcaliniza la sangre (lo que no viene nada mal). Un fruto seco cuya composición es asombrosamente semejante a la de la leche materna, por eso es un sustituto ideal de la misma cuando la madre, por alguna razón, no puede darle el pecho a su bebé.

Insisto, los frutos secos tienen algo en común con la fruta: si se comen inadecuadamente, se vuelven bastante perjudiciales para la salud. Pero si se observan las sugerencias que os he apuntado anteriormente, son un alimento completo, sabroso y saludable.

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