Raspado de la lengua

En el colegio se nos enseña que las principales vías de eliminación de toxinas en el cuerpo humano son la orina, las heces y el sudor. Pero a menudo se olvida la lengua: un músculo muy versátil que también actúa como órgano de eliminación.

Seguro que en más de una ocasión habéis ido al baño para cepillaros los dientes antes de acostaros. Luego os miráis la lengua en el espejo y (en el mejor de los casos) la descubrís sonrosada y con un tono de color uniforme. Sin embargo, a la mañana siguiente, nada más levantaros, la encontráis cubierta de un color blanquecino; cuando no, de otros más desagradables. Y, por si fuera poco, todo acompañado de un mal sabor de boca o de un aliento nada fresco. ¿Qué ha sucedido? ¡Si anoche estaba perfecta!

A media madrugada (en torno a las 4 horas), el cuerpo deja atrás la fase de asimilación va cambiando a la de eliminación. Es entonces cuando la energía y los recursos del organismo se focalizan en sacar las toxinas de las células, de los tejidos y de los órganos. Algo así como cuando sacamos la basura a la calle. Unas toxinas, como digo, que se concentran en el torrente sanguíneo y que se preparan allí para ser recogidas, llevadas a los riñones, filtradas y posteriormente eliminadas a través de la orina. ¿Verdad que la de color más oscuro y olor más intenso es la primera de la mañana? Eso es porque en ella se concentran las toxinas que el organismo va acumulando en la fase de eliminación. Pues en la lengua sucede algo parecido.

Dicho lo cual, surge una pregunta: ¿cómo eliminar eficazmente esas toxinas viscosas y blanquecinas de la lengua? Con muy buena intención, algunas personas recurren al cepillo de dientes para barrerlas, aunque esto sirve de bien poco. Lo que hace falta es un raspador lingual o una cucharilla fina de café (que sea de acero inoxidable, y no de plata o aluminio). Los raspadores podréis comprarlos en la farmacia, y los hay de varios tipos, aunque todos funcionan de un modo semejante: raspando desde la parte de atrás de la lengua hacia delante. Exactamente igual que si utilizamos una cucharilla fina (que no sea gruesa) de café. Solo que en este último caso, habremos de colocar la parte cóncava hacia abajo y levantarla un poco de la parte anterior.



Esta práctica de higiene diaria os ayudará a eliminar una buena cantidad de toxinas, mejorará vuestro aliento y os permitirá disfrutar más del sabor de los alimentos. Y sólo hace falta un minuto al día.

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