Conferencia en Escolapios: "Las 10 cosas más importantes que he aprendido sobre alimentación"

Hace unas semanas di una conferencia-degustación a un grupo de alumnos/as entre 13 y 14 años (2°. de la ESO) del colegio Escolapios, sito en la calle Micer Mascó de Valencia.

Dieron las tres y media (de la tarde) y los/as alumnos/as, puntualmente, comenzaron a entrar en el aula.



Uno de ellos, un chaval muy majo y decidido, se encargó de romper el hielo espontáneamente: ¿Eres tú quien va a dar la charla? ¿Cómo te llamas?, me preguntó. A lo que no tardó en acercarse una chica que se sentaba en primera fila, toda ella amabilidad, ofreciéndose a ayudar en lo que hiciera falta (viendo que yo me disponía a repartir algunos productos de degustación por la clase).

Así pues, concluídos los preparativos, dio comienzo la conferencia. La titulé: Las 10 cosas más importantes que he aprendido sobre alimentación. Por cierto, son éstas:

1) El amor (y sus facetas: respeto, tolerancia, comprensión, ternura, solidaridad, etc.) es el más importante y nutritivo de todos los alimentos (ver artículo El alimento esencial).
2) Es imprescindible masticar bien los alimentos.
3) De lo que se come, se cría (Hipócrates lo dijo de un modo semejante: Somos lo que comemos).
4) Una cosa son los alimentos y otra los comestibles.
5) Conviene que predominen en la dieta las frutas y verduras frescas (y crudas) y los cereales integrales.
6) Es saludable ir sustituyendo los lácteos de origen animal por lácteos vegetales (yogur de soja, leche de arroz o de avena) conforme la persona se acerca a la edad adulta.
7) Es mejor evitar los comestibles refinados (azúcar y arroz blanco, por ejemplo).
8) Es recomendable, y una expresión de solidaridad para con el planeta, consumir alimentos ecológicos.
9) Alimento también es lo que bebemos, lo que respiramos, los libros que leemos, las películas y los programas de televisión que vemos, los lugares que visitamos, las personas con las que compartimos, y, en general, las distintas y sucesivas vivencias que experimentamos a cada momento de nuestras vidas.
10) Todos los seres humanos somos alimentos vivos con un potencial nutritivo muy valioso, pues somos capaces de alimentar con nuestra presencia, con nuetro ejemplo, con nuestras palabras, y, en definitiva, con nuestro amor, a todos los seres vivos de la Tierra.

Mi primera impresión fue de una cierta sorpresa por parte de ellos/as. Se notaba que algunos conceptos (como que alimento no es sólo lo que entra por la boca) les resultaban un tanto novedosos. Aunque el interés por la materia que yo estaba explicando (pese a que los pobres estaban recién comidos) se hizo patente en el momento en que empezaron a hacer preguntas.

Me gustó mucho ver en ellos a personas que se comportaron con gran dignidad y respeto en todo momento. Me sentí cómodo y arropado. Había empatía entre ellos y yo. Y aunque pueda resultaros extraño, les tomé cariño, después de una hora y media de conferencia. De echo, me dio pena tener que marcharme al final.

Avanzada la tarde, y fuera ya del ámbito académico, llegué a algunas conclusiones. Me di cuenta de que a veces se juzga equivocadamente a la juventud, viendo en ella una mera proyección de las sombras que suelen envolver a la sociedad adulta. Entiendo que los jóvenes, a propósito de la alimentación (en sentido holístico), están hambrientos de vivencias, de experiencias que les permitan gozar y compartir en plenitud el mundo que les rodea, que les ayuden a lidiar satisfactoriamente con los numerosos avatares que surgen en el día a día.

Los jóvenes, comoquiera que sea, aprenden de los adultos, nos imitan, repiten nuestros modelos. Y, las más de las veces, también heredan nuestras asignaturas pendientes (incomprensión, intolerancia, falta de respeto, insolidaridad, etc.). Los adultos somos responsables de cuanto les transmitimos. Así pues, no estamos en condiciones de exigirles aquello que nosotros mismos no hemos sido capaces de alcanzar (libertad, tolerancia, comprensión... o, simplemente, una alimentación más saludable y equilibrada).

Haríamos bien en sacarlos de vez en cuando de las aulas y enseñarles (educador es toda persona que les guía por el camino de la armonía), aparte de física, matemáticas, historia y lengua, ciertas cuestiones fundamentales sobre la vida: maneras menos egoístas de caminar por el mundo, modos más armoniosos de relacionarse con sus semejantes y formas menos abruptas para hacer realidad los sueños sin tener que pisotear a nadie. Enseñarles, en síntesis, a fluir con la vida, a ser felices, a amar.
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Agradezco al Colegio Escolapios el abrirme amablemente sus puertas, a Isabel Ortiz (gerente de Herboristería-Ortopedia Ortiz) su confianza y su apoyo y a La Finestra sul Cielo y a Josep Sala (su Director Comercial) la gentileza y generosidad con que nos cedieron los deliciosos productos de la degustación.

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