Leucocitosis digestiva

Sabemos que los glóbulos blancos (leucocitos), los encargados de defender nuestro organismo de elementos potencialmente dañinos, proliferan en la sangre en presencia de organismos o sustancias indeseables. Por ejemplo, cuando entra en nuestro cuerpo un virus, un hongo o una bacteria patógena.

Pero fijaos en esto: si yo como una manzana y a la media hora me extraen sangre para hacer un recuento de glóbulos blancos, el hematólogo podrá contar en torno a los 7000 leucocitos por milímetro cúbico. Es decir, una tasa completamente normal y corriente. Todo en su sitio. Sin embargo, si antes de comer la manzana la cocino sólo cinco minutos al vapor el recuento de leucocitos arrojará fácilmente una tasa en torno a 14.000 leucocitos por milímetro cúbico. El doble que en el primer caso.

¿Conclusión? El organismo considera a la manzana cocinada, no como algo afín y amistoso, acorde con su propia naturaleza, sino como un enemigo del que hay que defenderse y al que hay que neutralizar. Es decir, que el fuego ha transformado la manzana en algo sin vida, en un conjunto de moléculas más o menos alteradas.

Lo peor de todo esto es que una manzana cocinada un minuto en el microondas puede elevar la tasa de leucocitos en sangre a más de 40.000 por milímetro cúbico. O sea, que el cuerpo es capaz de distinguir el nivel de degradación de un alimento. Y sabe que un microondas altera a niveles más profundos el alimento que lo que pueda hacer una cacerola al fuego.

Llegados a este punto, alguien puede pensar: Bueno, ¿y qué más da que suban los leucocitos en sangre? ¿Me voy a morir por ello?

El sistema inmunitario debería actuar ante enemigos potencialmente dañinos como virus, bacterias o incluso células que se estén volviendo cancerosas. Pero si cada vez que comemos se activa, evidentemente eso comportará un desgaste de energía y de recursos. Lo que implicará a su vez una merma en el organismo y una pérdida de vitalidad, con todo lo que eso supone (predisposición a la enfermedad, envejecimiento prematuro, desarreglos orgánicos, disfunciones, etc.).

Esto que os comento no es una teoría. El fenómeno de la leucocitosis digestiva fue estudiado y descrito científicamente en los años treinta por el médico de origen ruso Paul Kouchakoff.

¿Y cómo puede evitarse?

Pues cocinando los alimentos por debajo de 100 grados (a fuego muy lento o con cacerolas especiales, que permitan hacerlo), comiéndolos tibios (no muy calientes) y acompañándolos siempre de otros alimentos crudos, como ensaladas (no fruta, que siempre debe comerse sola). Se ha demostrado que esto puede eliminar, o cuanto menos atenuar, la leucocitosis digestiva.

Y, por supuesto, tener muy presente, a la hora de comer algo, que los alimentos crudos no producen leucocitosis.

Nunca.

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