¿Tú sumas o restas?

En la vida existen cosas saludables y cosas que no lo son: cosas que nos suman salud y cosas que nos la restan.

Conforme transcurre el tiempo, hay personas que van incrementando su grado de salud y otras que la van perdiendo; las primeras suman, las segundas restan.

Voy a poner algunos ejemplos de ambas:

COSAS QUE SUMAN SALUD

  • Comer alimentos integrales.
  • Beber un agua lo más pura posible.
  • Masticar adecuadamente la comida.
  • Cenar frugalmente.
  • Dormir en una habitación bien ventilada.
  • Vestir ropa confeccionada con fibras naturales.
  • No alimentar pensamientos negativos.
  • Hacer alguna clase de ejercicio físico.
  • Calzar zapatos sin tacones y que no acaben en punta.
  • Tomar el Sol cuando está bajo.
  • Usar cosméticos y productos de limpieza naturales.
  • Expresar lo que sentimos y lo que pensamos.
  • Regalar besos, abrazos y caricias con frecuencia.
  • Entregarse a un trabajo que se ama.
  • Ser respetuoso con las personas.
  • Reír y sonreír.
  • Ser comedido.
  • Ejercitar el sentido del humor.
  • Visitar la Naturaleza con cierta frecuencia.
  • Sacar lo mejor de nuestro niño interior (creatividad, capacidad para soñar despierto, ilusión, inocencia, capacidad para perdonar, alegría, espontaneidad, etc.).
  • Tratar consideradamente a cualquier ser vivo.
  • Ser sincero, honesto y honrado.
  • Anteponer las personas al dinero.
  • Practicar el crecimiento personal (trabajando para superar los retos que nos pone la vida).
  • Cultivar la autoestima y una actitud positiva ante la vida.

COSAS QUE RESTAN SALUD

  • Comer comestibles refinados.
  • Beber o cocinar con agua del grifo.
  • Masticar poco la comida.
  • Cenar copiosamente.
  • Dormir en una habitación mal ventilada.
  • Vestir ropa de fibras sintéticas.
  • Alimentar pensamientos negativos.
  • No hacer ninguna clase de ejercicio físico.
  • Calzar zapatos con tacones y/o acabados en punta.
  • Tomar el Sol cuando está alto.
  • Usar cosméticos y productos de limpieza sintéticos.
  • No expresar lo que sentimos ni lo que pensamos.
  • No regalar besos, abrazos ni caricias con frecuencia.
  • Entregarse a un trabajo que no se ama.
  • Ser irrespetuoso o grosero con las personas.
  • No reír ni sonreír.
  • No ser comedido.
  • No ejercitar el sentido del humor.
  • Visitar poco o nada la Naturaleza.
  • Reprimir a nuestro niño interior.
  • Tratar cruelmente a cualquier ser vivo.
  • Ser mentiroso, deshonesto y corrupto.
  • Anteponer el dinero a las personas.
  • Practicar el estancamiento (dándole la espalda a los retos que nos pone la vida).
  • Regodearse en una baja autoestima y cultivar una actitud negativa ante la vida.
Quede claro que, por mucho que se diga, la edad no es un factor determinante en la salud (en mis consultas he tenido personas de 20 años con una salud muy precaria y otras con más de 60 con una salud excelente), como tampoco lo son los genes. En realidad, no enfermamos por el paso del tiempo, pues el tiempo, por sí sólo, no tiene poder para cambiar las cosas. Enfermamos por aquello que hacemos a lo largo del tiempo. Y los genes, por su parte, generan una predisposición. Insisto: sólo una predisposición. Pero esa predisposición siempre necesita un caldo de cultivo propicio para poder manifestarse.

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