La herida de Lucía

Es muy posible que el profano que, de buenas a primeras, se aventure a investigar en el campo de la Psicosomática se lleve grandes sorpresas, encontrándose con casos verdaderamente extraordinarios. Y aunque la experiencia que adquiera con el tiempo no le reste capacidad de sorpresa, es más que probable que le lleve a darse cuenta del enorme poder de la mente humana sobre el cuerpo. Hasta un punto difícil de imaginar.

El caso que sigue es un buen ejemplo de ello. Se trata de una versión literaria basada, milimétricamente, en una experiencia que vivió una persona allegada a mí, cuyos pormenores pude conocer narrados por su propia boca.

A la hora de redactarlo, cambié el nombre de los protagonistas para preservar su identidad. Y a este singular episodio lo titulé:


PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA


Por la mañana, Lucía conversa por teléfono con su exmarido.

Lucía: Aún no lo he olvidado, Javier.
Javier: Pero hace más de diez años de eso, Lucía. ¿no crees que ya va siendo hora de echar tierra de por medio?
L: No sé cómo pudiste acostarte con mi mejor amiga y quedarse tan ancho. Lo echaste todo a perder, y tus hijos se están haciendo mayores sin tener a un padre en casa.
J: Pero lucía, ¿por qué no intentas olvidar? Ya te pedí perdón en su momento. Fue sólo una aventura, nada más. Nunca he dejado de quererte, preciosa.
L: ¡Cállate ya y olvídate de mí! ¡Jamás te perdonaré lo que me hiciste!

Esa misma tarde, Lucía se corta accidentalmente con un cuchillo de cocina, quitándole importancia al contratiempo. Sin embargo, días más tarde decide acudir al médico para que le vea la herida, pues ésta no tiene buen aspecto.

Dr.: Qué extraño, nunca había visto algo así. ¿Dice que le ocurrió hace cinco días?
L: Así es.
Dr.: Pues no comprendo por qué todavía no se ha cerrado la herida. Ya tendría que estar completamente cicatrizada, y, sin embargo, aún está abierta, infectada y supurando.

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